Lundi 7 décembre 1 07 /12 /Déc 23:49



Un par de semanas antes de su muerte, Federico García Lorca tuvo una pesadilla que lo horrorizó. Había soñado que un grupo de mujeres ataviadas con velos oscuros lo amenazaban con crucifijos negros. Eran los primeros días de la insurrección de Franco contra la República Española y en todas partes se empezaban a conocer las atrocidades que estaban cometiendo los falangistas en los sitios que habían conquistado. Ya los fusilados sin juicio y los torturados hasta morir se contaban por miles. Granada, la patria chica del poeta, en donde se había recluido Federico para escapar de las convulsiones políticas que conmovían Madrid, estaba bajo el control de la Falange. Durante los primeros días de agosto de 1936, una patrulla falangista había requisado en dos oportunidades la Huerta de San Vicente, que pertenecía a la familia del poeta, buscando una inexistente "radio clandestina que permite al degenerado homosexual Federico García Lorca comunicarse con Moscú". A pesar de que desarmaron hasta el piano y no encontraron nada que incriminase a García Lorca, en represalia se llevaron detenido al casero y lo torturaron salvajemente. No se trataba sólo de una guerra civil más: había comenzado una cruzada religiosa fanática, alimentada por el odio y una crueldad sin límites.

Símbolo de la España republicana y progresista.

El libro "Sueño de una vida", la nueva biografía escrita por Leslie Stainton, relata que a comienzos de 1936, el escritor -que estaba por cumplir 38 años- ya se había convertido en el símbolo de la España republicana y progresista: por su obra innovadora, por la popularidad que había alcanzado, porque cada estreno suyo se convertía en un campo de batalla ideológico y por su estilo de vida, demasiado desprejuiciado para conservadores que añoraban la Edad Media. Stainton consultó un centenar de cartas a las que hasta ahora no habían podido acceder sus otros biógrafos (debido, especialmente, al explícito contenido sexual de las mismas), y obtuvo importante información nueva en entrevistas con decenas de conocidos del poeta que le contaron cosas que antes habían callado. El Lorca que aparece en esta nueva biografía no se opone al esbozado en mil otros retratos, pero ahora se comprende mejor la gran importancia que tuvo para su obra (y en especial para sus trabajos más innovadores) su progresiva aceptación de su homosexualidad (que llegó a un desenfadado orgullo en sus años finales). También permite comprender mejor la importancia capital que tuvieron los viajes a América que realizó durante la última década de su vida.

De pequeño aprendió a ejecutar en el piano las obras más complejas: ya en su primera juventud maravilló con sus conciertos hasta a los músicos más exigentes, como Manuel de Falla, que llegaría a ser su amigo. Aunque escribía versos desde que aprendió las primeras letras, le llevó casi 20 años descubrir que la poesía era su destino. En 1920 ingresó a la Residencia de Estudiantes de Madrid, allí conoció y se hizo amigo de dos de los más grandes artistas españoles de su época: Salvador Dalí (que también fue uno de sus primeros amantes) y Luis Buñuel. A los 20 años ya nopodía negar que le atraían los hombres exclusivamente, pero todavía no sabía cómo sobrevivir al desprecio de la mayoría: por entonces en los países latinos, pero especialmente en España, los grupos religiosos habían impuesto la idea de que la homosexualidad era algo horrible y extraño a lo humano. Sin embargo, la hipocresía que veía a su alrededor le exasperaba más que el tener que ocultar sus deseos: la mayoría de sus compañeros de la Residencia tenían habitualmente relaciones homosexuales, pero las "disculpaban" como una "fase de su vida que superarían".

Destape emocional, sexual y existencial.

A diferencia de Dalí, la homosexualidad fue el tema central de la vida y del arte de García Lorca. Esto lo entienden mejor los biógrafos del poeta granadino que los críticos literarios, para los cuales la sexualidad de Lorca es algo externo a la obra. Su poesía está tan ligada a su sexualidad que su liberación erótica antecede -y es causa- del increíble salto hacia adelante que experimenta su obra. Cuando Lorca va a Nueva York y a Cuba, ha publicado ya una obra maestra, el Romancero gitano, pero casi todo lo demás que había escrito hasta entonces estaba muy lejos de esa cima. En los Estados Unidos y en Cuba, Lorca experimenta un destape emocional, sexual y existencial que lo transforma, todos sus amigos coinciden en que Lorca vuelve completamente cambiado: de aspecto, de carácter y también cambiada su escritura. Ya no oculta sus conquistas masculinas o apenas sí lo hace: sus amigos lo encuentran en su departamento desnudo junto a otro joven -el poeta Luis Cernuda, - y "riendo les dice que estaban practicando lucha griega". Ha comenzado a escribir las que serán sus mejores obras, tanto en teatro como en poesía; sobre todo el que él mismo consideraba su mejor poema: "Oda a Walt Whitman".

Tras este destape también escribe su obra teatral más vanguardista, que no pudo ser estrenada sino más de cuatro décadas después de la muerte del poeta y todavía entonces desató polémicas: se trata de "El público", cuyo tema también es la homosexualidad y el doloroso juego de máscaras en que se convierte la vida cuando está dominada por la hipocresía. Lorca es cada vez más estéticamente osado: se adelanta dos décadas al teatro del absurdo, a Beckett, a Pinter. A la vuelta de su primer viaje comienza a escribir las obras teatrales que le ganarán una popularidad estruendosa: "La casa de Bernarda Alba?, "Bodas de sangre" y, sobre todo, "Yerma" (la más polémica, la más amada y la más vilipendiada, la más compleja, la que le valió elogios de Dalí - y de la mayoría de los artistas de Europa). También escribe, pero no logra ver estrenada, "Doña Rosita, la soltera". A mediados de los años 20 había logrado el reconocimiento por "Romancero Gitano". La crítica y el público madrileños lo habían reverenciado por ese libro: gracias a él conoció por primera vez la popularidad. A pesar de que ya había empezado a ser reconocido antes de viajar a Buenos Aires, fue en la capital de Argentina que García Lorca encontró su apoteosis. El poeta del cante jondo, el que había escrito "Poeta en Nueva York", el artista que había dicho que tras el respeto mojigato hacia el arte se escondía la hipocresía ("los sonetos de Shakespeare, las obras de Miguel Angel o de Leonardo, lo que de más sublime tiene del arte de Occidente no se puede entender ni disfrutar si no se reconoce primero que es el fruto del amor entre varones; por eso siento que se odia al arte cuando se finge alabarlo al mismo tiempo que se vilipendia ese amor sublime").

"¿Estaré condenado?".

Uno de los artistas más interesantes que dio España en los últimos dos siglos fue apresado por una patrulla de falangistas en agosto de 1936. Federico García Lorca fue arrastrado a su muerte a golpes: fue arrojado rodando por las escaleras de la casa en la que se había refugiado. Sus captores llevaban cruces colgando del pecho y rosarios en sus bolsillos. Eran las cruces negras de la pesadilla del poeta. Cuando la dueña de casa le preguntó al grupo cuál era el motivo del arresto, uno de ellos contestó: "Sus obras". Al principio se lo encerró en el edificio del Gobierno Civil, en el centro de Granada. Pero unos días más tarde se lo sacó de allí: fue el 18 o 19 de agosto -aún hoy se desconoce la fecha exacta-. Se sabe que salió alrededor de las tres de la mañana. Iba esposado junto a otro hombre, un maestro del pueblo que acababan de apresar. Con una custodia de cinco hombres, los dos detenidos fueron llevados a unos 10 kilómetros de la ciudad, a las colinas de la Sierra Nevada.

Era una noche sin luna. El auto en que viajaban se detuvo en una construcción que se había transformado en un puesto falangista. Uno de los guardias los llevó junto a otros dos detenidos. Al principio les mintió: les dijo que al otro día serían enviados a pavimentar una ruta. García Lorca entró en confianza con un joven guardia. Entonces el joven falangista se quebró y les contó que los iban a fusilar de un momento a otro. Lorca quedó tan aturdido como si le hubiesen dado un golpe fuerte en la cabeza. Trató de rezar una plegaria, pero no pudo. "Mi madre me las enseñó todas, ¿sabes?- dijo al guardia - y ahora las he olvidado." Ahí rompió a llorar y entre lágrimas agregó: "¿Estaré condenado?". Fue lo último que dijo. Poco después, junto a una hilera de olivos, hablaron las balas. Se le enterró en una de las tantas fosas comunes que hay en el camino que va de Víznar a Alfacar. Su cuerpo nunca fue encontrado. El 19 de agosto de 1937, exactamente un año más tarde, su amor de los últimos años, el ventiañero Rafael Rodríguez Rapún, murió luchando por la República cerca de Santander.
Par Gayfriends - Publié dans : Noticias
Ecrire un commentaire - Voir les 1 commentaires
Retour à l'accueil

Comunidad Gay Andalucia

CGA Andalucia F 

Con tu donativo puedes ayudar a mucha gente

                     

Con nuestros  donativos  podemos  ayudar a mucha gente, sobre todo a gay mayores  que viven  solos y  necesitan de nuestra ayuda.

 

 Entiendes 2 

Buscar en mi Blog

 
Créer un blog sexy sur Erog la plateforme des blogs sexe - Contact - C.G.U. - Signaler un abus - Articles les plus commentés