Y tú. entiendes?

«Quería convertirme en un artista excepcional para que me quisieran»
«Me encantaría volver como un...como un... un... niño que nunca se hace mayor, como Peter Pan».
Sobre su padre:
«Nos pegaba con tal violencia... ¿sabes? Me acuerdo que nos obligaba a desnudarnos primero y nos untaba con aceite, era todo un ritual... Lo hacía para que luego, cuando nos pegara con el final del cable de la plancha, nos doliera más».

Sobre Madonna:
«Madonna nunca se ha disculpado. Me tiene envidia» «¿Porque quiere ser la estrella más importante del mundo?» «Sí, por eso está celosa». «¿Qué te parecería si te llamara por teléfono para contarte que tiene los dedos entre las piernas? A mí me lo hacía».

Sobre Lisa Marie Presley: «Me había prometido antes de casarnos que lo primero que haríamos sería tener un hijo, así que cuando le entraron las dudas y al final cambió de opinión, me partió el corazón».

Sobre Diana Spencer: «Sin lugar a dudas era mi tipo (...)» «¿Alguna vez pensaste en pedirle una cita a la princesa Diana?» «¡Claro!» «¿Y por qué no te atreviste?» «Yo no he pedido una cita a una chica en mi vida. Me lo tienen que pedir ellas».

Sobre Tatum O'Neal: «Mi primera novia fue Tatum O'Neal (...) Yo tenía 16 años y ella 13 años. No veas lo inocente que era yo por aquel entonces. Ella quería hacerlo, pero a mí ni se me pasaba por la cabeza porque ser testigo de Jehová implica toda una serie de valores».

Sobre Britney Spears: «No quiero criticarla, pero sí debería darse cuenta de que hay niñas por todo el país que... ya sabes... que quieren ser como ella».
Sobre los niños: «Si no fuera por lo niños, elegiría la muerte».
PABLO MARTÍNEZ PITA

Una amistad profunda, por lo que se puede deducir del texto. Sin duda, hay quien achaca una buena dosis de oportunismo a su edición, precisamente ahora. Sabedor de esta circunstancia, Shmuley Boteach comienza diciendo que fue el mismo Michael quien le pidió que lo hiciera. Eso sí, antes de acabar de mala manera su relación. No está tan claro que mantuviera la misma opinión a lo largo del tiempo. Pero, a estas alturas, ¿quién puede afirmar una cosa o la otra?
Los celos de Madonna

Admiración por la infancia
Y además, es un rabino con un obvio afán de notoriedad. «Me comentó que le resultaba más revelador hablar conmigo que con el Dalai Lama», llega a decir Shmuley de su amigo. Por eso utiliza a la estrella del pop para acompañarle a dar discursos ante audiencias cultas acerca de las relaciones entre padres e hijos. El pretexto es intentar conducir la desmedida admiración de Michael Jackson por la inocencia y la infancia hacia algo positivo. Resulta significativo que a Shmuley le cayeran mal Britney Spears y Justin Timbarlake porque cuando los conoció, al tiempo que ellos conocían a Michael, apenas hicieran caso a su discurso moral sobre la familia, y en cambio estuvieran obnubilados con el ídolo pop.
Por otro lado, en muchas ocasiones existe la impresión de que más que las opiniones del cantante, estamos descubriendo las del propio escritor. En cualquier caso, acierta cuando opina que hay dos personas en una: por un lado, se encuentra una persona frágil, que se hace famosa porque busca el cariño que no encontró en su familia -resultan espeluznantes algunas declaraciones acerca de los malos tratos que le infringía su padre-; y, por otro, la megaestrella que se cree un ídolo y que ve normal que la gente acampe en las afueras de su casa o que se desmayen al verle. «Complejo mesiánico», lo llama el predicador.
A lo largo de las 288 páginas del libro encontramos, en mitad de conversaciones un tanto surrealistas, citas realmente jugosas de Michael Jackson.
La amistad de ambos acabó cuando Michael empezó a rechazar los continuos consejos del rabino. Fue entonces cuando éste se atrevió a aventurar que si alguien no lo evitaba, Michael acabaría malamente...
Lun 15 fév 2010
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